Sunday, March 29, 2009

Viajes y abandonos


Hace poco más de un mes fue mi última entrada en el blog. Creo que desde que empecé a escribir nunca lo había abandonado por tanto tiempo. Todo es culpa de Londres, no hay más responsables. En esta ciudad el tiempo se evapora, o se pierde, o se deshace con la lluvia, o se lo lleva el viento o no sé que diablos sucede. Uno empieza una mañana de lunes y 20 minutos después ya es viernes, la vida fluye tan rápido que apenas da tiempo de trabajar, comer, transportarse y dormir. Y claro, el fin de semana una fiesta, un museo, una caminata bajo el recién estrenado clima de primavera y ya, no hay tiempo de escribir. La verdad es que en el fondo acepto mi culpa por dejar abandonado mi blogcito que seguramente ya nadie visita, pero por si llega algún despistado, abajo unas cuantas fotos de un viaje por Escocia.


Resulta que a finales de febrero fui enviado a una ciudad norteña llamada Carlisle a dar una conferencia como parte de la Fairtrade Fortnigh (Quincena del Fairtrade), que es algo así como un Julio Regalado pero con pago justo a los productores del tercer mundo. Total, mi conferencia era en viernes por la mañana así que lo mejor era llegar un día antes y caminar por el pueblo y conocer un poco y todo relajado. Pero no, el destino puso nubes negras en mi camino desde que salí del trabajo. La Victoria line del metro estaba cerrada así que no quedó más opción que el bus entre el pesado tráfico de las 5 de la tarde. Por azares logísticos tenía que hacer una escala en la tienda Mac de Regent Street, que tiene tanto tráfico como Eje Central esquina con Bellas Artes. Afortundamente los de Mac fueron eficientes como en anuncio de tv. Por lo que asumí que iba bien de tiempo, salí y que tomé la central line en Oxford Street para la estación de trenes de King’s Cross. Cuando llegué supe que el destino estaba en mi contra: dos mil o más personas esperaban el metro y no cabía literalmente nadie, además los letreritos naranjas de la estación anunciaban retrasos. Temí por mi tren, que salía a las 5:58pm, pero utilicé todas las habilidades aprendidas en transbordes complicadísimos del mundo como Pino Suárez y el Rosario, y logré entrar en el tercer metro que apareció. Todo parecía ir mejor, llegué a King’s Cross a las 5:45, me senté, pensé en comprar una botella de agua y miré la pantalla para ubicar la plataforma de salida del tren. Entonces noté que no había ninguna salida a las 5:58. Temiendo lo peor saqué el boleto y sí, sucedió lo peor: el boleto era para un tren que salía de Euston, me había ido a la estación equivocada. Imbécil de mí, pensé, y después de recetarme una letanía de palabrotas salí a buscar una posible solución. Euston está a una sola estación de metro, por lo que podría lograrlo. ¿Podría en 12 minutos? Busqué un sitio de taxis, no tenía efectivo, necesitaba un cajero, necesitaba un bus, necesitaba tomar ese tren. Llegué a un mapa de transportes y en efecto Euston estaba a 5 minutos en bus, así que corrí, me subí a otro doubledecker y volví a correr hacia los adentros de Euston. Eran las 5:58. Afortunadamente la plataforma de salida estaba cerca, un guardia revisó mi boleto y me dijo sonriente: eres el último. Y lo fui. subí mi maleta al tren e inmediatamente arrancó. Casi no lo creía, aún respirando agitado miré Londres escurrirse en las ventanas del vagón, le marqué a Daniela y le dije, “no sabes lo que me acaba de pasar...”.


La conferencia es tema de un post aparte. Después de Carlisle fui a Edimburgo, donde me alcanzó la mujer y recorrimos dicha bellísima ciudad y después fuimos por la highlands y claro, a un sueño de mi niñez. El lago Ness. Con todo y que el monstruo y la leyenda puedan ser una farsa valió increíblemente la pena. Abajo las fotos.