Wednesday, February 04, 2009

Nieve en Londres

Y cuando despertamos la nieve estaba allí. Desde la ventana parecía poca, pero bastó abrir la puerta que da a la calle para sorprendernos con veinte centímetros de hielo acumulados por todas partes, cubriendo los carros, los techos, cualquier superficie a la intemperie había sido víctima de su invasión. Yo, que apenas había visto semejante espectáculo una ve en mi vida, no pude sino caminar con cuidado entre el piso resbaloso y tocarla, sentir ese frío suave entre las manos y desde mi tropical percepción latina volví a sentir que aquello parecía el relleno de un coctel sin lo pegajoso.

Veinte centímetros de nieve bastaron para paralizar a Londres. Los 5000 autobuses que mueven a esta ciudad se quedaron guardados dándole el día libre a los que necesitan un ruta de bus para llegar al trabajo. Tampoco había trenes, tranvías y sólo funcionaban algunas líneas del metro. Daniela, que heroicamente había salido a trabajar, ya estaba de regreso. Ninguna de sus compañeras logró llegar. En la casa, Iván y Karol se preparaban para salir a hacer muñecos de nieve, las escuelas habían suspendido las clases y las carreteras no eran recomendables. Caminé por Dover Street y la poca gente que había salido caminaba con la precaución y el contoneo de los patitos en el suelo. Cerca de la estación de Borough, en un parque, la gente comenzaba a construir castillos, muñecos y a organizar la guerra de bolas de nieve. El ambiente estaba allí, la nieve me esperaba, imploré a los dioses del clima que montañas de hielo obstruyeran el paso de la Northern Line y que la Victoria Line estuviera inundada, sólo así me salvaría del trabajo. A esa misma hora millones imploraban por un milagro similar, cuatro millones fueron complacidos. No sé si mi condición fue la de una petición no cumplida o la de un acto heroico. El metro funcionaba y resignadamente me dejé llevar por el elevador de Borough. Atrás quedaban toneladas de nieve, caminatas al lado del río medio congelado y la diversión pura de no ir al trabajo a causa del clima. Con mi causa no hubo consideraciones, el metro funcionó normalmente, llegué a la oficina y los pocos que lograron transportarse me miraron atónitos “Estaba seguro que no lograrías llegar, te hubieras quedado en casa…” me dijo mi colega Antony mientras miraba más nieve caer al otro lado de la ventana.






3 comments:

Anonymous said...

Aca escucho las quejas de los escoceses que critican a los ingleses por no vivir en dias de nieve, dicen que en Escocia eso nunca pasa y es que de verdad que es ridiculo que todo se pare porque nevo, mi companiero aleman tambien enojado dice esto en Alemania no sucede y es que se critican las politicas inglesas de "Health and Safety" que no te dejan ni jugar en los parques porque no vaya ser que te resbales y te rompas el codo y lo peor es que aca no hay prevencion por no poner suficiente Grit-Salt (la sal para las calles y banquetas)siendo que muy cerca del Tyne existe una de las minas que avastecen a UK, hay mucho enojo aca en Toon; pero bueno, ya ni quejarse es bueno, mejor disfrutemos, tapate bien.

Criss said...

Qué postales. Cuanta melancolía en las imagenes. Que fortuna de ver lo que tus ojos ven.

saludos desde tierras menos frías.
Criss

Azúcar y Canela said...

Veo estas imágenes y aunque la nieve tiene el poder de enamorar debo confesar que nunca pude corresponder a su amor. No pude, no puedo, no creo poder de nuevo hacerlo.